domingo, 27 de enero de 2013

La gigantesca lata de sardinas

Éste es el árbol un día antes del encendido

Estábamos en Praga y ese día encendían el árbol de navidad. Nuestras "madres checas" nos llevaron a verlo. Estaba lleno de gente y costaba andar entre ellos. Poco a poco intentamos salir, y en una de las calles se formó un embotellamiento. Cada vez era más díficil andar. Llegó un momento en el que no podíamos movernos, ni siquiera pude mover un brazo que me quedó pegado al cuerpo en una posición incómoda. Pensareis que estaba incómodo, asustado o nervioso. Estaba contentísimo por que ya no sentía el frío que hacía y pude darle un par de codazos a unos criajos de unos trece años que no paraban de empujarnos antes, cuando había una minúscula porción de espacio en la que moverse. Creo que soy un poco extraño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario